Aseguró que “más de 200 millones de cristianos, de varias confesiones, se encuentran en situaciones de dificultad debido a estructuras legales y culturales que conducen a su discriminación”.
Ante esta crítica situación, recordó que en numerosas ocasiones la comunidad internacional reconoció que el derecho a la libertad religiosa “continúa siendo hoy el más violado”.
“Actos de intolerancia y violaciones de la libertad religiosa continúan perpetrándose de muchas formas”, por lo que “cada vez se llevan más casos a los tribunales o a los organismos internacionales para los derechos humanos” señaló.
En los últimos meses, algunos países de Asia y de Oriente Medio vieron a las comunidades cristianas “atacadas, con muchos heridos y muertos”, e “iglesias y casas presas de las llamas”.
Por otro lado, estas acciones, se señaló, “fueron cometidas por extremistas en respuesta a las acusaciones realizadas contra algunas personas en base a las leyes antiblasfemia”.
En esta línea, instó a valorar y apoyar la promesa del Gobierno de Pakistán de “revisar y enmendar esas leyes”.
Las disposiciones legislativas sobre la blasfemia, se dijo, “se convirtieron demasiado fácilmente en una oportunidad, para los extremistas, de perseguir a los que escogen libremente seguir una tradición de fe distinta”, y fueron utilizadas para “fomentar la injusticia, la violencia sectaria y la violencia entre religiones”, añadió.
Ante a esta situación, los Gobiernos deben “afrontar las causas profundas de la intolerancia religiosa y abolir estas leyes que sirven como instrumentos de abuso”